El rábano es uno de los cultivos más fáciles que hay, es muy noble y además crece muy rápido, tan solo en un mes ya están listos para disfrutarlos. Por eso yo recomiendo que si quieren plantar con niños este es un cultivo ideal ya que en muy poco tiempo están listos para su cosecha y no necesita muchos cuidados.
Lo ideal es plantar cada rábano a una distancia mínima de unos 8 cm entre planta y planta para que puedan tener el tamaño ideal y crezcan a gusto. A la hora de la cosecha hay que sacarlos cuando los vean del tamaño de una pelota de golf.
Una particularidad de esta planta es que sus hojas pueden lastimarnos un poco así que a la hora de la cosecha lo mejor es llevar unos buenos guantes al huerto sobretodo si cosecharan con los más pequeños de la casa.
Para poder comer rábanos todas las semanas hay que plantarlos cada dos semanas y de esta manera siempre tendrán a su disposición, tan solo deben planificar cuantos quieren para plantar esa cantidad.
Buenas y malas compañías
Los rábanos se llevan de maravilla con los jitomates en el huerto ya que ayudan a ahuyentar a la araña roja, también ahuyentan al escarabajo del pepino el cual no solo ataca a los pepinos, sino que también a las calabazas y melones, así que uno que otro rábano entre esas plantas siempre ayuda. Cuando se plantan cuanto a las lechugas salen más dulces en comparación a aquellos que están lejos de ellas.
Los rábanos son de la familia de las brassicas así que después de cosecharlos no haya que rotar los cultivos con ningún miembro de esa familia (coliflor, brócoli, coles de bruselas, colirabano, nabo, etc.) ya que empobreceríamos el suelo.
Lo genial de esta familia es que hay rábanos de muchos tamaños y sabores, desde los clásicos pequeños y regordetes, otros más alargados e incluso de colores diferentes como el daikon el cual en casa nos encanta.
Espero se animen a plantarlos y que tengan una feliz cosecha.
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