Me cuesta mucho regresar a la normalidad, o mejor dicho a la nueva normalidad. Caminar por las calles hoy es ver sitios acordonados, grandes grietas en los edificios y espacios vacíos donde antes hubo edificios.
Estos días han sido agotadores en todos los sentidos, en un principio dormíamos mal por miedo a que temblara de nuevo y nos despertábamos temprano todos los días para salir a ayudar donde se necesitaba.
Toda la gente ayudó, se volcaron a las calles a apoyar en lo que se necesitara, algunos fueron a levantar escombros, otros a organizar acopios, hubo los que fueron mensajeros en sus bicicletas y motos, otros acordonaron derrumbes, los arquitectos e ingenieros se organizaron para revisar todos los edificios dañados, doctores, enfermeros y paramédicos atendieron a los heridos, artistas con música y teatro calmaron los nervios de los niños y no tan niños. Cada quien ayudó desde donde pudo.
En nuestro caso decidimos ayudar alimentando con comida nutritiva y caliente. Unimos fuerzas con el restaurante Amaya donde se cocinaron muchos platos, gracias a todo el equipo que trabajo sin descanso para hacer comidas sabrosas.
En nuestro caso teníamos la cosecha de la semana del huerto, así que todo lo que se cosechó se cocinó, así como las cosechas subsecuentes.
Las comidas se llevaron donde nos íbamos enterando que se necesitaban, ya fuera a aquellos que estaban trabajando en los escombros, los que se quedaron sin casa y ahora se encuentran en un refugio o acampando en las calles, a los que estaban coordinando acopios, en fin a todas las manos solidarias que se volcaron a las calles a ayudar.
Al principio la gente se alimentó de sándwiches y aunque se agradecían mucho, se necesitaban alimentos nutritivos que les ayudarán a recuperar fuerzas para seguir trabajando. Yo no podía ir a levantar escombros por qué tengo una bebe de 7 meses que aún toma pecho y está siempre pegada a mí, pero podía cocinar o llevar comida o generar logística para lograr entre todos ayudar cada quien desde su trinchera.
Estas ultimas dos semanas, me conmovió ver cómo la gente trabajo sin descanso, dado toda su energía y recursos para ayudar. Las calles de repente se convirtieron en ríos de gente organizada ayudando.
Nosotros no somos ajenos a los destrozos, nuestra casa en Morelos tiene daños graves y por ahora no podemos estar ahí, pero no somos los únicos, en nuestro caso por suerte no estábamos ahí en el momento del temblor cosa que agradezco muchísimo, además tenemos donde quedarnos, pero ese no es el caso de todos.
Nos falta mucho camino para re construir todo lo que se perdió pero confío en que si la gente que se organizó sigue trabajando como lo han hecho hasta ahora las cosas solo pueden mejorar de aquí en adelante.
Respecto al blog, por el momento no puedo usar mi cocina, pero encontraré pronto nuevas formas de compartirles nuevas recetas, solo ténganme un poco de paciencia.
Gracias por leerme.
Citlalli, has sido de las personas más inspiradoras en estos duros momentos. Si yo me siento que no puedo regresar al blog, a tantos kilómetros de distancia, ya me imagino tú. Te abrazo en la distancia, y de todo corazón te digo que si hay algo en lo que podamos ayudar desde acá, por favor me lo hagas saber. Me siento triste de que nos veo a todos como volviendo a nuestro estado anterior, como si todo ya hubiera pasado, siendo que esto a penas es el comienzo!!!!!
Gracias Ro, la verdad es que si fue muy fuerte, pero también creo que nos despertó, la gente se organizo y espero de todo corazón que no se vuelvan indiferentes nuevamente. Regresaré a publicar pronto espero por que también una forma de arreglar las cosas es retomar. Te mando un abrazo grandote.